martes, 12 de marzo de 2013
PARÁBOLA DEL BUEN PASTOR
Parábola del BUEN PASTOR.
(Adaptación)
Un rebaño de ovejas pasta tranquilamente en la falda de la montaña. Un joven pastor las vigila pacientemente. Un pequeño corderito, que acaba de nacer al comienzo de la primavera, se encuentra muy a gusto entre sus papás. Ya ha aprendido a comer hierba fresca, aunque de vez en cuando, sobre todo por la noche, le encanta tomar la leche calentita que le da su mamá. Poco a poco, el
aire se embravece y parece como si el cielo se empezara a enfadar. Unas pequeñas gotas anuncian que se avecina una tormenta.
El pastorcito se inquieta. Con los primeros relámpagos, el rebaño se espanta y se desperdiga buscando refugio. El corderito se asusta tanto, que sale corriendo sin parar, hasta esconderse debajo de una enorme piedra. Entonces se da cuenta de que se ha quedado solo. Llama con balidos desesperados a sus padres, pero tan sólo le contesta el eco de sus propios quejidos, que rebotan
en la montaña. Está solo y perdido. Cuando termina la tormenta y el rebaño se agrupa, los papás no encuentran a su corderito.
Han preguntado a sus tíos, a los vecinos, a sus amigos de juegos... Nadie lo ha visto. Sus papás le llaman desesperados, pero de nuevo el eco de la montaña es la única respuesta que reciben. El pastorcito cuenta y recuenta el rebaño. Le falta su corderito favorito. Está muy triste.- “¡No puede ser! Tengo que ir a buscarle ahora mismo”.- Se dice el pastor, preocupado. Dicho y hecho.
Tan pronto como pone el rebaño a salvo, sale dispuesto a buscar a su amigo el corderito. Después de recorrer un largo trecho, trepar por entre las rocas y cruzar un riachuelo, descubre al corderito, tiritando de miedo y frío, porque se acerca la noche y los lobos comienzan a aullar. Entonces el corderito también ve al pastorcito, y corre hacia él. Ambos se alegran mucho al encontrarse
y el pastor le da un fuerte abrazo. Luego, poniéndole sobre sus hombros cuidadosamente, emprende el regreso a casa. Cuando llega a donde está el rebaño, el pastorcito deja al cordero junto a sus padres y estos le lamen de alegría. Su mamá, para celebrar el encuentro, le obsequia con un poquito de leche caliente, y el corderito duerme feliz junto a sus papás.